Es tan común para quienes vamos al gimnasio el año redondo ver a personas que duran dos semanas, se pierden dos meses y regresan por otra maravillosa semana de ejercicios para volver a desaparecer. Y con la alimentación y para quienes quieren adelgazar sucede lo mismo, se comienza a toda marcha y a lo largo de la semana aparecen excusas, o el desgano, o se le acaba el sentido a lo que se había comenzado.
¿Te pasa a ti?
Estas son algunas razones por las que te sales de la senda…
1. No es una prioridad. Tal vez quieres lograr adelgazar unos kilos o pones cierta energía en recuperar el estado físico, pero no está en tu lista más alta de prioridades cada día. Ejemplo, quieres un abdómen de lavadero pero las papas fritas y las latas de gaseosas te pueden más que tus ganas de tener un six pack. Si vale la pena para ti entonces encontrarás la manera.
2. Fuera de foco. No hay un objetivo claro, no sabes lo que tienes que hacer, haces las cosas a ojo y no piensas en lo que quieres lograr a diario. ¿Cómo sabrás que has logrado algo que nunca estuvo tan claro?
3. No conoces tus números. No llevas registro de nada, ni de tu peso, ni de tus medidas, ni de tu progreso, no sabes cómo lo hiciste la semana pasada, no sabes si aumentaste de peso o lo bajaste, no tienes una foto de antes y después, no hay un diario de alimentos, en definitiva no hay control por lo que se anda a ciegas. No es necesario armar nada complicado, con que sepas en dónde te encuentras y qué pasa semana a semana con esos números es más que suficiente.
4. No tienes un plan. Todo es a pura adivinanza, “creo que estoy comiendo sano”, vas al gimnasio haces lo que te da la gana, no planificas tus rutinas ni mucho menos tus comidas. A veces desayunas, a veces ni siquiera almuerzas!
5. Te falta paciencia. Comenzaste pensando que a la semana tendrías los pectorales de Arnold o que serías capaz de correr una maratón luego de dos años de puro sedentarismo. Esperas perder diez, quince kilos en la primer semana así que si solo perdiste uno en siete días piensas que lo que haces no funciona, y te rindes y abandonas. No le llevó a tu cuerpo una semana aumentar diez kilos, ni de una vida sedentaria tampoco se pasa a un atleta de elite en un mes. Apunta alto, pero siendo realista con lo que eres capaz de lograr en el tiempo.
6. No hay equilibrio. Juntas fuerzas, has alimentado tu deseo y te vas a entrenar como si fuera el último entrenamiento de tu vida, luego regresas a casa y comes de manera extrema y muy poco. Te vas a dormir y al otro día no puedes levantarte ni con una grúa. Como todo te duele y como te fuiste al todo por el todo, ahora no quieres saber nada de nada y te pasas los próximos seis días adolorida tratando de sobrevivir. “Lo quiero ahora” es la frase de cabecera y desbarrancas de una manera que hace imposible seguir. Sé moderado y busca el equilibrio en tu dieta y en tu entrenamiento.
7. No ajustas. Tu manera de comer y de entrenar necesitan de una base de nutrición y otra de entrenamiento, pero a partir de allí si no vas viendo lo que está funcionando y lo que no entonces estás desperdiciando esfuerzo. Hay muchos entrenamientos y muchas dietas que han funcionado para otros y ciertamente pueden hacerlo para ti, simplemente considera tus tiempos, personalidad, gustos, estilo de vida, estado físico y por supuesto resultados.
En resumidas cuentas concéntrate, dale prioridad, registra, ten paciencia, sé constante, planifica y no te vayas a los extremos. Mejorar tu cuerpo se basa en estos puntos y es importante que los domines para conseguir lo mejor que tu cuerpo puede dar sin desilusionarte pero tampoco sin desconocer que tú puedes lograr todos los cambios que deseas. Si haces las cosas bien, como siempre simplemente será cuestión de tiempo.
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miércoles, 14 de marzo de 2012
Ejercicios: Razones por las que te sales de la senda…
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